Mama, no leas este libro, se llama privacidad.


Si algún día público un libro no dejéis que mi madre lo lea.
Porque si lo hace, vera todo el mal,
que me han hecho,
y peor aún, el que yo misma he hecho.

La primera página tendrá su nombre,
la introducción dedicada a su ente.
Probablemente grites,
me chilles,
te rompas,
pero ya no puedes destrozarme.
Cuando lo leas podrás ver lo dura y cariñosa que has sido.

El día que estas letras vean la luz,
podré decir con la cabeza bien alta,
madre te he superado.
He superado tu exigencia,
tus proyecciones de miedo,
tu control, el chantaje, el dolor,
tú aprobación.
Mama quiero privacidad,
un concepto que perdiste en el camino.

El día que estos versos conozcan otros ojos, sean pronunciados por otros labios en la oscuridad,
sabrás que no hay retorno.
Entonces otra hija,
sumida en miedo y exigencias,
cobrará el valor que necesitaba.

Madre, no te juzgo, no te culpo.
Mucho más lejos del dolor,
tienes todo mi amor.
Siempre fuiste única, y nadie más se puso a la altura de mis expectativas.
Fuiste mi primera amiga, mi primera palabra, y serás la última,
pues como vine al mundo callada,
moriré gritando.

Luchaste conmigo cuando me etiquetaron,
me perdonaste cuando me sentenciaron.
Me demostraste lo que es el amor incondional,
para que un día pudiese dármelo yo,
viste luz donde solo había muerte,
llenaste de cariño todos los vacíos
y arrasaste con los miedos que no eran tuyos.

Comentarios

Entradas populares