Esta claro, necesitamos perdernos para encontrarnos.

Normalmente la gente habla de rectificar. Solucionar, evitar.
Términos horrorosos, connotativos y espantosos.

¿Y si vamos mas allá?

Nos dejamos llevar.
Que no nos guié la razón, que lo haga el corazón.
Aunque nos pierda en los mas profundo del laberinto.
Ese a sido su primer instinto.

Rectificar no es de sabios, es de cobardes.
Aprender es la clave, siempre ha sido la clave.
Asumir las consecuencias, presentar los echos ante el estrado y decir:

Si señor, soy culpable. Soy culpable de ser un soñador. De decir adiós y lanzarme al mar por un acantilado rocoso. Soy culpable de poner primero el corazón por delante de mi razón.
Señoría no pienso rectificar, no soy cobarde, soy humano. Conforme meto la pata, aprendo.
Incluso me caigo en el intento, pero no soy un cobarde, soy humano.
Así que como ya he mencionado en antiguos juicios de delirio, no acepto que los errores deban ser expurgados de la memoria o amputados de la biografía personal




Señoría, eso es todo. 


Fuentidueña, Segovia.

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